El icono de la Santísima Trinidad de Peter Rublev expresa con gran perfección artística el misterio escondido de Dios: la Santísima Trinidad y la Encarnación del Verbo. En él se refleja la teofanía −es decir la manifestación divina− junto a la encina de Mambré. No se trata de una revelación en sentido estricto, sino más bien de lo que en Teología se conoce como una figura o tipo. Sólo a la luz de la realidad anunciada o profetizada puede entenderse la figura. Únicamente desde la efectiva realización del hecho o misterio significado puede comprenderse el carácter de figura del suceso que sirve de signo.
El icono escenifica la aparición de Yahvé a Abrahán. «Se le apareció Yahvé en la encina de Mambré, estando él sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y vio que había tres individuos parados a su vera» (Gn 18, 1-2). A lo largo de la narración se sucede este uso indistinto del singular y del plural. Se aparece Yahvé, pero al levantar la mirada ve a tres personas. En el diálogo hay frases que se atribuyen a los tres y otras que son pronunciadas por «aquél», es decir, Yahvé.
El momento es de una gran trascendencia. Abrahán ya ha recibido la promesa de Dios, a la edad de noventa y nueve años: «Por mi parte ésta es mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás Abrán, sino que tu nombre será Abrahán, pues te he constituido padre de muchedumbres de pueblos. Te haré fecundo sobremanera» (Gn 17, 4-6). Abrahán advierte que esta aparición guarda relación con esta promesa de fecundidad y descendencia y acude en busca de Sara, su mujer, para que ésta prepare un banquete con que obsequiar a los visitantes.
El diálogo principal se produce después de que ellos hayan comido. Al parecer, Abrahán está ante ellos, en pie, debajo del árbol. Ellos le dijeron: «Dónde está tu mujer, Sara» (Gn 18, 9). Abrahán señaló detrás de ellos, diciendo: «ahí, en la tienda». Entonces, «aquél» dijo: «Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu mujer Sara tendrá un hijo» (Gn 18, 18). El anuncio es tan insólito que provoca la risa de Sara, que podía escuchar la conversación desde la tienda. Yahvé le pregunta a Abrahán por qué razón se ha reído su mujer, originándose un diálogo entrañable entre Yahvé y Sara, en el que Dios condesciende con las mentiras y los miedos de la mujer.
Esta es la escena que reproduce el icono de Rublev. En la parte superior de la imagen se advierten −de izquierda a derecha− una casa, un árbol y una montaña cubierta con una nube. Los tres personajes están sentados alrededor de una mesa, de modo que con la posición de sus cuerpos y los elementos en los que descansan, configuran al mismo tiempo un círculo y un octógono. Dejando de lado los posibles significados de la figura octogonal −pueden descubrirse incluso dos octógonos: uno que engloba sólo a las figuras centrales y otro, más alargado, que alcanza los elementos superiores−, el círculo tiene un importante significado simbólico: expresa gráficamente una propiedad característica de la Trinidad: la perichoresis, término griego que significa literalmente danza, y con el que se quiere indicar la mutua inmanencia de las Personas divinas, en cuya virtud son tres Personas en una sola naturaleza1. El movimiento circular −el amor − comienza en las Personas divinas y se comunica a la entera Creación. No se detiene en el pecado de los hombres, sino que se intensifica más aún en la Redención.
El suceso «figura», la teofanía de Yahvé en la encina de Mambré, tiene como fin inmediato anunciar a Abrahán (y a Sara, que está escuchando la conversación desde la tienda) que va a ser Padre de una muchedumbre a través del hijo que va a tener con Sara, a la sazón una anciana. Parece claro que lo importante del anuncio no es tanto la concepción y nacimiento de Isaac, sino más bien la muchedumbre de pueblos de los que Abrahán será padre por razón del Mesías que nacerá de su linaje.
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